Reflexiones Pedagógicas
Desde mi rol pedagógico, me sentí muy conectada con los niños. Fue emotivo ver cómo algo tan sencillo como una huella se transformaba en una obra con significado para ellos. Me sorprendió gratamente la capacidad de imaginar y asociar colores con emociones y objetos. Esta actividad me reafirmó la importancia de permitirles a los niños expresarse libremente, sin imponerles formas o modelos. Cada dibujo fue un reflejo único de su pensamiento y personalidad. La expresión libre con pintura no solo fortaleció su motricidad fina, sino que también les dio voz a través del color.
Desde mi rol, me sentí conmovida al ver el asombro genuino de los niños ante un fenómeno que para un adulto es simple, pero que para ellos es pura magia. El color verde que apareció frente a sus ojos fue, literalmente, como un hechizo que surgía de sus propias manos. Ver cómo cada niño se sumergía en su proceso creativo, sin miedo a mancharse ni equivocarse, me reafirmó la importancia de permitirles experimentar libremente. La mezcla de colores no solo generó resultados visuales, sino también emocionales: alegría, sorpresa, entusiasmo y seguridad en lo que hacían.
Desde mi rol como mediadora pedagógica, esta fue una experiencia profundamente significativa. No solo se trabajó la motricidad fina al pintar y manipular materiales, sino que se vivenció el arte como un proceso colectivo. Fue hermoso ver cómo los niños, sin que se les pidiera, colaboraban entre sí: "Yo te ayudo a pegar el hilo", "¡Tu pez va a mi lado!". También fue emocionante observar cómo la creatividad emergía sin filtros ni límites: un pez podía ser verde con lunares rosados o una medusa podía tener cinco ojos y un corazón. Todo era válido, todo era valioso.
Desde mi rol, esta actividad fue particularmente significativa porque pude observar la capacidad de superación de los niños ante pequeños desafíos físicos. Uno de los niños que al principio se mostraba tímido, al final decía: "¡Ya no me da miedo saltar!". Ese momento fue mágico, porque reflejó no solo un avance motor, sino emocional. Fue muy especial ver cómo se apoyaban entre ellos: "¡Tú puedes!" o "¡Vamos, falta uno más!". El circuito no solo promovió el movimiento, sino también la colaboración y el respeto por los turnos.
Desde mi rol pedagógico, me sentí profundamente conectada con los niños. Ver cómo reflexionaban sobre acciones cotidianas fue conmovedor. Hubo un momento especial cuando una niña dijo: "El agua es como una mamá, hay que cuidarla". Me sentí útil, feliz y emocionada de ver cómo mi intervención generaba una semillita de conciencia ambiental. Hubo mucho entusiasmo, colaboración y afecto. La actividad fue un puente entre el aprendizaje y la emoción.
Reflexión General
Las experiencias desarrolladas en el Centro Infantil Jesús Amigo permitieron vivenciar cómo el juego, la exploración, el arte y el movimiento son ejes fundamentales para el aprendizaje integral en la primera infancia. Tal como lo plantea Jean Piaget, el niño construye su conocimiento a partir de la acción, y cada actividad diseñada buscó justamente eso: que el niño aprendiera haciendo, sintiendo y creando. A su vez, desde la perspectiva de Lev Vygotsky, el aprendizaje cobra mayor sentido en la interacción social y el acompañamiento del adulto, rol que asumí como mediadora en cada momento pedagógico. También se evidencia la influencia del enfoque de Loris Malaguzzi, quien reconoce que los niños tienen "cien lenguajes" para expresarse, y en estas actividades se les permitió pintar, moverse, jugar, hablar y participar desde su singularidad.
En conjunto, estas planeaciones reflejan que una educación basada en la afectividad, la creatividad y la participación activa no solo enseña contenidos, sino que forma niños curiosos, autónomos y con amor por aprender.